domingo, 30 de abril de 2017

CONDOR JIPIÑA




LEYENDA CÓNDOR JIPIÑA (Antonio Paredes Candia) Pues cuentan que hace mucho
tiempo un cacique sabio gobernaba la ciudad de Corocoro con justicia y bondad. El
anciano tenía dos hijos, un varón, que había heredado la prudencia y sabiduría del
padre, y una muchacha, bella como nadie. Un día llegó un extranjero hasta la casa
del cacique. Venía, según aseguró, de tierras lejanas y quería pedir la mano de la
hija. El muchacho era fuerte y hermoso, y esperaba ser aceptado. El cacique, sin
embargo, le respondió de esta manera: -Hermoso joven, tu petición me honra, pero
eres un perfecto desconocido. Nada sabemos de ti ni de tu pueblo. ¿Puedes mostrar
alguna prenda de tu origen? Al muchacho, que no esperaba esta respuesta, las
palabras del anciano le hirieron profundamente. Calló y, en silencio, abandonó el
lugar sin que nadie en Corocoro se diera cuenta. Pasó algún tiempo, y la historia del
pretendiente de la hija del cacique se había olvidado. La muchacha estaba
enamorada de un joven y con él subía hasta el cerro a charlar y a contemplar el
paisaje. Un día de los que subieron, se dieron cuenta de que un cóndor volaba por
encima de ellos y les observaba desde la distancia. Como el cóndor no se iba y
volaba alrededor de ellos, la muchacha se asustó. Su enamorado le contestó: -No te
inquietes, mañana regresaremos con mi honda, y si aún está por aquí, le espantaré.
Al día siguiente, los jóvenes volvieron a subir al cerro, y al aparecer el ave, el
muchacho hizo vibrar su honda y la lanzó con fuerza y precisión hacia el cóndor.
Dentro había una piedra de oro. El cóndor recibió un impacto en el pecho y, volando
como pudo, llegó hasta una roca donde se posó, moribundo. Wiracocha, dios de los
dioses, lo transformó en roca. Algún tiempo después, llegaron a Corocoro emisarios
del imperio vecino: buscaban al príncipe Kuntur Mallku, que había salido de viaje por
diferentes ciudades para buscar esposa y nunca había regresado. Cuando llegaron
donde el cacique, este les explicó que sí había pasado por allí, pero que, al no poder
dar ninguna prenda de su procedencia, se había marchado. Los hombres le contaron
entonces que Kuntur Mallku era el único humano con el poder extraordinario de
transformarse en cóndor. La hija, que estaba escuchando junto a su padre, al darse
cuenta de lo ocurrido, se desmayó y vivió el resto de sus días con tristeza. Al lugar
donde el cóndor se transformó en piedra le llaman desde entonces «cóndor Jipiña»
y, en aimara, esto significa `donde hace nido el cóndor

 

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